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Saberes olvidados de la forma y la espacialidad
Arq. Guillermo González
El estudio de la forma, como otros, conlleva conocimientos que comprenden
al Hombre en su conexión con el Mundo.
Estos conocimientos el hombre de la antigüedad los poseía atávicamente.
Hoy, paulatinamente hemos perdido ese conocimiento de la relación del
Hombre con el Cosmos, y excluimos para el conocimiento la posibilidad
de un abordaje más amplio del estudio de la forma y la especialidad.
Una saber se ha olvidado.
Un límite que se ha naturalizado. Una concepción que incluya a las conexiones
del Hombre con el Mundo expandirá los saberes y sus aplicaciones concretas.
Se requiere de un nuevo punto de partida para la reconstrucción de una
concepción de la configuración del Hombre en relación con lo espacial,
reinsertado en el Cosmos. Una concepción matemático-geométrica se ha
naturalizado. Pero un estudio más detallado y ampliado de la configuración
del Hombre y de las direcciones espaciales concretas en la que está
insertado y vive, nos revela que esas dimensiones no son equivalentes,
permutables.
Las tres direcciones (vertical, longitudinal, transversal), y los planos
que las contienen, no pueden ser intercambiados, sobre cada uno se desarrollan
se despliegan cualidades bien definidas.
A lo largo de cada dimensión viven aspectos diferentes de la entidad
humana, que se reflejan en su configuración.
Las diferentes cualidades de las dimensiones del espacio configuran
un aspecto de la figura humana.
Configuración por inversión: huesos tubulares largos - hueso del cráneo.
Configuración en relación con los movimiento planetarios: vértebras
y costillas.
Configuración por el encuentro de dos corrientes de velocidades diferentes:
corazón humano.
Esta ampliación-reconstrucción del saber es un ver en lo cualitativo
de la forma, en los procesos formativos, el resultado del actuar de
lo que puede denominarse fuerzas formativas que trabajan desde un ámbito
que si bien no es espacial organiza lo espacial.
Es un saber de aquello que hoy se tomaría como alejado de la realidad
concreta y que sin embargo la atraviesa. Se trata de reubicar el pensar
la forma desde un enfoque en el que el Hombre y el Mundo se corresponden.
La Ciencia Espiritual de orientación Antroposófica fundada por Rudolf
Steiner es uno de los cominos de conocimiento para ese fin.
En diferentes conferencia Steiner toca el tema de la correspondencia
del Hombre y el Cosmos mismo.
El Hombre –microcosmos– como jeroglífico del Cosmos.
Steiner (1996) nos comunica que “desde mediados del siglo XV ha sido
filtrada cada vez más y más, se ha hecho cada véz más abstracta la relación
concreta la relación que los hombres tuvieron antes con el mundo. […]
a través de conocimientos atávicos el hombre sabía en tiempos antiguos
mucho más sobre sí mismo de los que sabe hoy.
Pues desde mediados del siglo quince justamente se ha extendido sobre
todo el así llamado mundo civilizado, el intelectualismo. […] Y porque
este intelectualismo se apoya sólo en una pequeña parte en el ser del
hombre, tampoco brinda del conocimiento del mundo más que una red abstracta”.
Un saber que se ha perdido, por un saber abstracto que se ha naturalizado,
debe recuperarse –reconstruirse– pero por una manera diferente de la
que los hombres tenían en la antigüedad. Un camino desde la conciencia
que corresponde al tiempo presente, para un saber que reinserte concretamente
al hombre en el Cosmos y
sentir que la realidad sí existe y sí puede conocerse.
Bibliografía: Rudolf Steiner: 1996, “Correspondencias entre Microcosmos
y Macrocosmos”, ECE, Bs. As. 2013, “Curso de Astronomía, la relación
de los distintos ámbitos de las ciencias naturales con la astronomía”,
Ed. Antroposófica, Bs. As. 2015, “La Filosofía de la Libertad”, ECE,
Buenos Aires. pie del texto
Tres planos que contienen las tres dimensiones:
Primer plano vertical, plano de simetría que se relaciona con
el discernir en el pensar.
Segundo plano separa al hombre de adelante (fisionómicamente
estructurado) del hombre de atrás (expresión de su ser
orgánico). Voluntad.
Tercer plano horizontal: en relación con todo lo que es
sentir humano. Steiner (1996).
Dos huesos del cuerpo humano muy alejados morfológicamente entre
sí.
La diferencia entre los huesos tubulares del fémur y un
hueso del cráneo es extrema.
Sólo se llega a las interrelaciones morfológicas
de estos dos tipos de huesos si se compara la superficie interior de
un hueso tubular con el lado exterior del hueso del cráneo.
La parte interior del hueso tubular corresponde a la parte exterior
del hueso del cráneo esto es morfológico.
Hay un prceso de inversión (tipo guante) se observan los
efectos (de esta inversión) en el ser humano: el mundo exterior
conforma el exterior de la cabeza humana y aquello que actúaen
el interior tiende de alguna manera hacia la superficie interior de
los huesos tubulares. Steiner (2013).
Sucesión de la lemniscata con la columna vertebral.
Si en la ecuación de la lemniscata nos imaginamos que existen
variables en el lugar donde la ecuación de la curva cuenta con
constantes. [
] Si relacionamos toda la construcción de
los partes de costillas y vértebras entonces tenemos por un lado,
en la vértebra la mitad de la lemniscata de una manera muy comprimida,
apretada, y en la otra mitad en el par de costillas en forma abierta.
Hacia arriba del punto medio del hombre las vértebras se
ensancha, se transforman en una gran expansión y que las ramas
de la lemniscata desaparecen.
Hacia abajo del punto medio, hacia la pelvis, vemos una atrofia
de la otra parte de la lemniscata.
Debemos pensar en una lemniscata con movimiento en sí mismo
dominando la parte media del ser humano donde nos debemos imaginar las
fuerzas de conformación que por medio de la expansión,
esto es al ampliarse las fuerzas materiales, una rama se amplía
la otra se concentra en sí misma. Esto muestra que la
conformación del ser humano está en relación con
lo que se expresa en los movimientos de los cuerpos celestes.
Los rulos de los movimientos planetarios sobre la eclíptica.
Porque la línea que sigue la columna vertebral del ser
humano responde a la trayectora del Sol, y la del animal responde a
la trayectoria del a Luna, ahí debemos buscar la diferencia morfológica
entre el ser humano y el animal.
Y el rulo que hacen los planetas en el ciclo anual corresponde
esa lemniscata a las lemniscatas de la vértebras
y costillas. Steiner (2013).
El corazón humano, no actúa como una bomba que impele
la sangre por el cuerpo, sino que el corazón es movido por la
circulación sanguínea, la que es algo viviente en sí.
Y la circulación sanguínea es a su vez determinada por
los órganos.
Esto puede observase también desde la hembriología y al
ser comprendido, se comprende que el Sol es resultado de todo
el sistema planetario [...] es resultado, no punto de partida.
... el movimiento del corazón no es otra cosa que aquello
que desde la naturaleza viviente de sed, hambre, etc., en el actuar
conjunto de los órganos, se refrena en el movimiento sanguíneo
en el corazón.
Dos corrientes de diferentes velocidades se encuentran y al generar
por un remolino una condensación que es dotada
de su forma específica [...] una determinada figura [...] esta
figura es la figura de contorno, la silueta del corazón humano.
Steiner (1996).
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